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¡Todos a galope!
El caballo es un animal noble, inteligente, tranquilizador... y sobre todo: ¡entrañable! Por eso suscita en nosotros un afecto espontáneo hacia él. La equitación es ante todo una relación basada en el respeto mutuo entre el hombre y el animal.
Tanto si se es deportista como si no, lo que se expresan son las emociones. Ya se practique de forma ocasional o asidua, se trata de una actividad que nos conecta con la naturaleza. Escuchar el viento soplar entre las ramas, dejarse subyugar por los aromas de la garriga, hacer cuerpo con el caballo, ganar velocidad y ver pasar los paisajes...
No hay duda de que montar a caballo es una manera estupenda de conocer una región.
¡Nunca es demasiado pronto para empezar!
No es ninguna novedad: a los niños les encantan los ponis y los caballos. Se les ilumina la mirada al ver un caballo y no caben en sí de gozo cuando se les propone dar una vuelta en poni. Y si les gusta la experiencia, ¡por qué no ofrecerles un curso de varios días? No se arrepentirá... ¡y ellos menos! En pocas clases, los más tímidos ganan confianza, los más emotivos aprenden a controlar mejor sus emociones. Y cada vez se va creando una auténtica complicidad entre el niño y el animal.
Montar a caballo es buena idea también para los adolescentes. ¡Es una actividad muy gratificante! Cepillo para el manto, cepillo para limpiar los cascos, almohaza… el jinete es quien se encarga del bienestar del caballo y a los adolescentes les gusta sentirse responsables. Además, tanto para los más pequeños como para los más mayores, volver a encontrarse con su caballo todas las mañanas se convierte en un momento de intensa felicidad.
Una experiencia para vivirla en familia
Cabalgar con la familia por las dunas al atardecer, explorar el bosque a trote corto... Un paseo a caballo siempre es un momento increíblemente mágico para compartir.
Asombro, nuevas sensaciones, comunión con el animal, ¡nada mejor para fortalecer los lazos familiares! Además, esa experiencia única permanecerá durante mucho tiempo en los álbumes de fotos como un recuerdo inolvidable. Después de montar, no sea tímido: felicite a su caballo y siéntase orgulloso de su proeza como jinete.
Llega el momento de despedirse... ¡hasta la próxima!